Bajo el cielo azul de Israel
donde brillan las estrellas
y la noche tan serena
brilla la luna en el mar
de lo alto se divisa
a la gran Jerusalén
la ciudad de los profetas
de los reyes de Israel.
Jerusalén... Jerusalén, Jerusalén
hay de ti Jerusalén.
Lo más grande de tu historia
ver al santo de Israel
el Mesías prometido
que tu Dios te levantó
pero tú indiferente
rechazaste su amor
vida eterna prometida
a su pueblo se humilló.
Ya no brillan las estrellas
hasta el sol se oscureció
es la hora de su muerte
para el santo de Israel
sube su cuesta al calvario
resignado el Cristo va
y sus sienes va sangrando
a su cruz no abraza más.
Yo te ruego Padre mío
desde el árbol de la cruz
que tú guardes a los míos
de este mundo de maldad
hijo mío no te olvides
que mi sangre derramé
por el precio de tu alma
ya mi vida entregué.