¡Cuán felices fuimos desde que creímos
en el Cristo amado que fuera inmolado!
fue a la tumba fría, y resucitado,
un hermoso día fue glorificado.
En la hora postrera, cuando Cristo fuera
en la cruz clavado por nuestro pecado,
tiernamente dijo a Juan y a la madre:
he aquí tu hijo, he aquí, tu madre.
Cuando le clavaban y le denostaban,
imploró clemencia, perdón y paciencia
en favor de aquellos que en tinieblas yacen,
pues ignoran ellos, dijo lo que hacen.
en su angustia, llama sed, yo tengo exclama.
Y sabéis que hicieron vinagre, le dieron
y aquel penitente que buscarle quiso,
le ofreció la fuente de su paraíso.
Con solemne calma encomienda su alma
a su padre amado que ya le ha dejado
por el vil pecado de un mundo soez
y clama angustiado Consumado es.