El hombre que con Cristo se edifica
debe tener un cambio en su interior,
dejando el pecado y la mentira
el tabaco y las copas de licor.
Enséñame Señor a obedecerte
que quiero ser perfecto mi Señor,
no dejes que mi carne me traicione,
no me dejes caer en tentación.
El domingo cuando llegas a la iglesia
no traes los diezmos del Señor
y dices Gloria a Dios y Aleluya
y llevas una gran condenación.
El lunes cuando llegas al trabajo
te sientes cansado y con dolor,
y el resto de la noche te lo pasas
sentadito frente al televisor.
Hermano tu que tratas de engañarte
rechazando tu propia Salvación,
no te olvides que un día estaremos
dando cuentas delante del Señor.