Tierra bendita y divina
es la tierra de Palestina,
donde nació Jesús,
eres de las naciones cumbre
bañada por la lumbre
que derramó su luz.
Eres la historia inolvidable
porque en tu seno se derramó
la sangre preciosa sangre
del unigénito hijo de Dios.
Cuenta la historia del pasado
que en tu seno sagrado
vivió el Salvador,
Y en tus hermoso olivares,
habló a los millares
la palabra de amor.
Quedan en ti testigos mudos
que son los viejos muros
de la Jerusalén,
Viejas paredes ya destruidas
que si tuvieran vida
nos hablarían bien.