Ven, alma que lloras, ven al Salvador,
en tus tristes horas, dile tu dolor;
dile, sí, tu duelo, ven tal como estás.
Habla sin recelos, y no llores más.
Tu pena y tristeza dile a tu Señor;
cruel desventura, engaños y error;
en su tierno seno descanso hallarás;
ven, porque él es bueno, y no llores más.
Tú misma, al cansado, enseña la luz;
guía al angustiado hacia tu Jesús;
la bendita nueva de celeste paz
a los tristes lleva, y no llores más.