Mi padre es rico, sin igual,
terrenos y casas son todos de él,
diamantes y oro y ¿qué no tendrá?
Riquezas que nadie podrá computar.
Soy hijo del rey,
soy hijo del rey,
con Cristo Jesús,
soy hijo del rey.
El hijo mayor, del mundo el sostén,
en tierra sufrió del hombre el desdén,
pobreza, su amiga, seguíale fiel;
ni cuna ni tumba eran de él.
Y yo, ¿quién soy? ¿acaso mejor
que aquel que murió por mí, pecador?
La senda pisada por Cristo Jesús,
me lleva a mí a su trono de luz.
¡Oh, pobre de mí, que no tenía más
que el mísero mundo que roba la paz;
mas rico ya soy, y con Cristo tendré
corona y trono en la casa del rey.
¿Un cuarto humilde? -¡bueno está!
allí un palacio Cristo me da.
No añoro al mundo, pues ya mías son
la vida eternal y la nueva canción.