En su amorosa compasión,
Jesús me vino a rescatar.
Y de un abismo de maldad
su brazo me salvó.
De las cadenas de satán
con su poder me liberó,
y es hoy gozo proclamar
que pro su gracia salvo soy.
Frente a mis puertas con afán
por largo tiempo él esperó;
y cuando al fin oí su voz
fue de perdón y paz.
Sangrando aún veo su sien
que mano impía desgarró;
más, él me dice con amor
que por salvarme fue.
Hoy en un mundo superior
respiro ambiente celestial,
y salvo soy para ensalzar
al que por mí murió.