Roca abierta ya por mí,
dame abrigo siempre en ti,
es tu sangre, ¡oh, Jesús!
Derramada en la cruz,
el remedio eficaz,
por mi culpa contumaz.
Todo celo vano es,
vanas son mis lágrimas;
tú, ¡oh, Cristo Salvador!
Sólo puedes perdonar;
vuestra cruz es perdón;
sólo en ti hay Salvación.
Mientras tenga vida acá
en mi hora última
cuando te veré, Jesús,
en el trono de la luz,
roca abierta ya por mí
dame siempre abrigo en ti.