Tus pies la senda han extraviado,
de Dios muy lejos tu alma está
sus dones tú has disipado,
mas el perdón Jesús te da.
Tu Dios te llama a su lado
él quiere oír tu triste historia;
te limpiará de tus pecados,
y gloria eterna gozarás.
Espinas crueles en tu senda
herido te han sin compasión;
tus ojos cubren negra venda
y todo en ti es aflicción.
Al corazón adolorido
jamás despreciará el Señor:
al quebrantado y afligido
Jesús es tierno Salvador.
A Cristo ábrele tu alma,
y a él descubre tu aflicción
y pronto inundará de calma
tu pobre y triste corazón.