Cuando vengan pruebas,
Cristo, ven a mí;
guárdame que débil,
yo no te niegue aquí,
si ves que vacilo
hazme recordar;
que tú tienes fuerzas
que me harán triunfar.
Si mundanos goces
vienen con afán,
o placeres falsos
tras mi alma van,
trae a mi memoria
tu Getsemaní,
o el cruel calvario
con tu muerte allí.
Si, Señor, me mandas
ayes y aflicción,
si el dolor no falta
a mi corazón,
ve Jesús que nunca
falte en mí la fe,
ve que a ti yo siempre
toda carga dé.
Cuando al fin me venga
triste la vejez,
y mi cuerpo vuelva
al polvo otra vez,
en tu corazón confío
con paz celestial
que darás a mi alma
vida eternal.