Bondadoso Salvador,
sé mi fiel amparador;
negras olas de aflicción
me amenazan destrucción.
De este espanto y terror,
sálvame. ¡oh, buen Señor!
Y mi barco sin quebrar
en el puerto hazlo entrar
Consternado de terror,
sin refugio, sin valor,
mi afligido corazón
clama a ti por salvación.
Muéstrame tu inmenso amor
mi benigno Salvador;
sólo esperanza y luz
no me dejes, ¡oh, Jesús!
Compasivo redentor,
salva a un triste pecador;
vida eterna mora en ti;
rica gracia nace allí.
Lléname el corazón
con el don de salvación,
y seguro, sin temor,
gozaré de tu favor.