Un príncipe vino de noche a Jesús
buscando el camino de vida y de luz;
Jesús respondióle con gran sencillez;
“debéis nacer otra vez”.
Debéis nacer otra vez,
debéis nacer otra vez,
de cierto, de cierto os vuelvo a decir,
debéis nacer otra vez.
Atiende tú, hombre, al tono y voz
solemne y divina del Hijo de Dios,
y acata el mensaje sin vana altivez:
“debéis nacer otra vez”.
Si el santo reposo anheláis alcanzar,
y a Dios con los santos canciones alzar
y su vida eterna quisierais tal vez,
“debéis nacer otra vez”.
Hay seres queridos que aguardan allí,
en la puerta hermosa esperan por ti;
escucha el mensaje, escúchalo, pues:
“debéis nacer otra vez”.