Hoy mi alma baña con su luz
un astro superior;
es el rostro del Señor Jesús
que amante me miró,
¡cuánta dicha para el alma
en momentos de tribulación
es de Jesús la dulce faz
irradiando luz de Dios!
Hoy mi alma alegra con su son
un coro celestial;
es el himno de la redención
que yo debo entonar.
¡Cuánta dicha para el alma
en momentos de tribulación,
es escuchar el himno de la paz
y del gozo del Señor!
Hoy mi alma cubre de verdor
un sol primaveral:
es la fuerza del Divino amor
que mi Señor me da.
¡Cuánta dicha para el alma
que el mundo nada poseyó
es sentir el fuego puro del altar
el Divino y santo amor!