Cariñoso Salvador,
huyo de la tempestad
a tu seno protector,
fiándome de tu bondad.
Sálvame, Señor Jesús,
de las olas del turbión,
hasta el puerto de salud
guía mi pobre embarcación
Otro asilo ninguno hay;
indefenso acudo a ti;
mi necesidad me trae,
porque mi peligro vi.
Solamente en ti, Señor
creo hallar consuelo y luz;
vengo lleno de temor
a los pies de mi Jesús.
Cristo, encuentro todo en ti
y no necesito más;
caído, me pusiste en pie;
débil, ánimo me das.
Al enfermo das salud,
guías tierno al que no ve;
con amor y gratitud
tu bondad ensalzaré