En Cristo, feliz es mi alma;
precioso es su célico don
su voz me devuelve la calma,
su faz me anticipa el perdón.
Yo soy feliz en él,
yo soy feliz en él;
el gozo y la paz inunda mi ser
pues yo soy feliz con él.
Mucho antes que yo, él buscóme,
me atrajo a su amado redil,
de amor en sus brazos llevóme
do hay dichas y encantos a mil.
Su amor fraternal me circunda,
su gracia conforta mi ser;
su Espíritu Santo me inunda
de un noble y extraño poder.
A él seré un día semejante
dejando este cuerpo mortal,
y mientras discípulo amante,
ser quiero hasta el día final.