Cristo es mi dulce Salvador,
mi bien, mi paz, mi luz,
mostróme su infinito amor
muriendo en dura cruz.
Cuando estoy triste encuentro en él
consolador y amigo fiel;
consolador y amigo fiel;
es Jesús.
Cristo es mi dulce Salvador,
su sangre me compró;
con sus heridas y dolor,
perfecta paz me dio.
Dicha inmortal allá tendré
con Cristo siempre reinaré,
dicha inmortal allá tendré
con Jesús.
Cristo es mi dulce Salvador
mi eterno redentor.
¡Oh! Nunca yo podré pagar
la deuda de su amor;
le seguiré, pues, en la luz;
no temeré llevar su cruz,
no temeré llevar su cruz
de Jesús.
Cristo es mi dulce Salvador,
por el salvado soy;
la roca de la eternidad,
en quien seguro estoy;
gloria inmortal allá tendré,
con Cristo siempre reinaré,
gloria inmortal allá tendré,
con Jesús.