¿Cómo puedes pecar sin temor contra Dios,
echando en olvido su amor?
¿Cómo puedes vivir rechazando la voz
de Cristo, tu buen Salvador?
El verano acabó, la siega pasó,
y tenemos que ir a la cuenta rendir
delante del trono de Dios.
¿Cómo puedes pensar que al infierno tú vas
sin estremecerte de horror;
sin pedir a tu Dios mientras tengas lugar,
que tenga de ti compasión?
Cuando acabe el verano y se siegue la mies,
la muerte vendrá con su hoz,
y tendrás que dar cuenta ante Cristo, tu juez,
entonces no habrá salvación.
Cuando Dios haya puesto su trono de luz.
Llamándote a su tribunal,
y buscares en vano refugio en Jesús,
¡qué espanto y terror sentirás!