Cantaré a Cristo por su gran amor,
cómo vino para ser mi Salvador,
¡cuán humilde fue el lugar
en el pueblo de Judá,
donde Cristo vino por amor a mí!
Es sin igual su infinito amor,
y en una horrenda cruz su vida dio por mí.
Yo cantaré su dulce nombre, sí.
Oh, Salvador eterno, loores doy a ti.
Cantaré a Cristo, quien en humildad
hizo siempre la divina voluntad;
los enfermos él sanó,
a los muertos levantó,
a los pobres, él colmó de su bondad.
Cantaré a Cristo sin cesar aquí,
cantaré lo que él ha hecho para mí,
mis pecados él llevó,
mi perdón y paz compró;
cantaré su dulce nombre, siempre sí.