Cuando el verbo terminó
de formar la creación,
formó al hombre y la mujer,
y en ella los colocó:
sin tener que trabajar,
adorando sólo a Dios,
y por desobedecer
la muerte se ejecutó.
Oh, qué triste es el morir,
oh, qué dicha es el pensar,
ver que Cristo nos redime
para su gloria reinar.
Dios al mundo iluminó
con sus luces brujular,
con estrellas, luna y sol
a toda la humanidad.
Y de un árbol les vedó
que no pudieran probar.
Cuando el Señor los llamó
desnudos los encontró.
La tierra ensoberbeció,
con todo el reino animal;
el hombre que la labró
hubo espinas cosechar,
en la frente su sudor
hubo de comer su pan,
y así paga la pena
todo mísero mortal.
La serpiente que engañó
a nuestro padre Adán,
cantó gloria en la mujer
para el infierno ganar.
Mas, un hijo que engendró
una virgen en Belén,
su cabeza quebrantó
para nunca más volver.