Tiernas canciones alzad al Señor,
himnos que lleven del alma la fe
y hablen muy alto del férvido amor
que hay en el pecho del hombre que cree.
Vengan trayendo ferviente canción
niños y ancianos de Dios al altar,
traigan a Él su corazón,
único don que podrá aceptar.
Cielo y tierra canten al Señor de las naciones,
cielo y tierra canten al Señor de las naciones,
y los hombres todos, con alegres corazones,
sirvan al Señor que vida y paz siempre les da.
Es la fuente de toda bondad,
es de la vida la luz y el calor,
sólo Él nos libra de cruel ansiedad,
sólo Él aleja del alma el dolor.
Digno es por tanto que el hombre de dé
gloria y honor que resuene doquier;
vamos a Él llenos de fe.
Nos salvará con su gran poder.