Si hoy en día estás angustiado
y no has oído la voz del Señor,
clama y gime a sus pies humillado
y de él obtendrá el perdón.
Con dulzura hoy día te dice,
hijo mío, ya no sufras más,
con mi sangre tú puedes lavarte
y entrarás en el cielo a gozar.
Él no quiere que sufras cruelmente
ni que seas llevado al mal
sólo quiere cambiarte tu mente
y que vengas con él a gozar.
Si hoy escuchas su tierno llamado
al momento saldrás del error;
nunca más estarás angustiado
gozarás de la paz del Señor.
Saltarás de alegría alabando,
alabando al Cordero de Dios
y sabrás apreciar el sufrimiento
y la sangre que nos rescató.