Inmensa y sin igual piedad;
murió Jesús por mí
y por su muerte en la cruz
mis culpas él expió.
Acuérdate, Señor Jesús,
acuérdate de mí.
Memorias ten de tu pasión
y ten piedad de mí.
Por la maldad que hice yo
expió el redentor;
¡oh, qué divina compasión;
que infinito amor!
Bien pudo ocultarse el sol,
en negra confusión,
al ver morir al Salvador
por nuestra redención.
¡Oh! Amado Cristo, no podré
Jesús, pagar tu amor;
mas lo que tengo doy a ti,
tu siervo soy, Señor.