Ven, amigo, ven,
Jesucristo te llama con amor,
ven, amigo, ven,
no deseches tan dulce invitación.
Ven, amigo, ven,
no tardes por más tiempo en venir,
que mañana puede ser
demasiado tarde para ti.
Obedece, amigo, al llamado del Señor,
no digas, no digas: mañana iré;
ven ahora mismo, te llama el Salvador,
decídete y dice: del Señor seré;
y en brazos gozarás de su amor.
Ven, amigo, ven,
no endurezcas por más tiempo el corazón.
Ven, amigo, ven,
no deseches el llamado del Señor.
Ven, amigo, ven,
las puertas están abiertas para ti
y en los brazos de Jesús,
para siempre, tú serás feliz.
Ven, amigo, ven,
Jesucristo te ofrece un galardón,
ven, amigo, ven,
no deseches el cariño del Señor.
Ven, amigo, ven,
en el cielo hay moradas para ti
y si vienes, gozarás
de una dicha que no tiene fin.
Ven, amigo, ven,
el Señor te quiere perdonar.
Ven, amigo, ven,
y su sangre a tu alma puede entrar.
Ven, amigo, ven,
y por fe probarás el gran poder
que Jesús da al pecador,
si te arrepientes de todo corazón.