Quiero ver a Jesucristo,
mi precioso Salvador:
ver la faz de mi maestro
quien por mí su vida dio,
quiero ver el alto cielo,
ver el trono de mi Dios;
viviré en esa patria,
de eterno gozo y paz.
Quiero ver aquella tierra
donde sombras ya no habrá;
quiero estar en las moradas
de Jesús, mi Salvador.
Por obra redentora
de Jesús, mi Salvador,
viviré por las edades
en la casa celestial.
Por la sangre del cordero,
aunque indigno yo lo soy,
con los muchos redimidos
gloria entonaré a Dios.
Por amor a Jesucristo
y su obra eternal,
quiero dejar el mundo
y consagrarme a orar.
Quiero ser un mensajero
conduciendo al pecador,
a la cruz de Jesucristo
y la patria celestial.