Señor, lleva mis pasos
apoyado siempre en ti,
pues sólo en tus brazos
me encuentro yo feliz.
Peregrino soy aquí,
mi patria lejos está;
pero un día sé que allí
gozaré por la eternidad.
Dirige tú mi vida,
sé pues mi guiador;
mantén mi alma henchida
con tu inefable amor.
Jesús, mi Salvador
a ti sólo ensalzaré;
pues gracias a tu amor
tu gloria yo veré.