Dios mío, consuela mi tímida alma
que triste camina de culpas cargada;
en busca de Jesucristo,
estrella de la mañana.
De ti separada, vagando alejada
por valle de muerte, pecado y desgracia;
sin pensar en Jesucristo,
estrella de la mañana.
Cosecha de males en horas amargas,
un llanto de fuego me cegó por su parte;
ausente de Jesucristo,
estrella de la mañana.
Mas pronto, Dios mío, tu santa palabra,
mostróse dulce, suave, eficaz;
en el nombre de Jesucristo,
estrella de la mañana.
Entonces, Dios mío, cobrando esperanza,
humilde se puso, postrada, a tus pies;
en el nombre de Jesucristo,
estrella de la mañana.
¡Oh, buen Jesús! Escucha los halles del alma
que pobre y herida implora tu gracia;
por amor a Jesucristo,
estrella de mañana.