Canaán es nuestra meta,
nuestro guía es Jesús,
el desierto es el camino
por el cual nos guiará.
En tinieblas y en peligro
nunca habremos de temer;
pues Jesús es nuestro jefe
y él nos ha de sostener.
¡Oh! Firmes con él
al sin igual país de Canaán marchemos.
¡Oh! Firmes con él,
su dirección no nos ha de faltar jamás.
¡Oh! Firmes con él
al sin igual país de Canaán marchemos.
¡Oh! Firmes con él
y ya con él caminaremos más y más.
El desierto es nuestro campo
y el maná que alrededor,
cual rocío de la noche
cubre el campo y da valor
de la roca fluye el agua
con pureza de cristal,
deleitando y refrescando;
vigor, dando, sin igual.
El desierto es nuestro campo,
nuestra meta es Canaán;
el país de miel y leche
donde abundan vida y pan.
El desierto es nuestro campo,
está cerca nuestro hogar;
tan pronto el Jordán pasemos
gozaremos sin cesar.