Vino un mensajero,
como un precursor de él;
era un buen siervo
que predicaba con poder,
Juan era su nombre
y bautizaba en el Jordán;
exhortando a los hombres
que se apartaran del mal.
En el principio era el verbo
y el verbo estaba con Dios;
todas las cosas se hicieron por él.
En él estaba la vida
y la luz de los hombres también.
Gozo siento yo
cuando alabo a mi Señor,
como rey que vive
con inmenso resplandor.
Grato es para mí
escuchar su tierna voz:
¡Gloria! A su gran nombre
por este sublime amor.
A su pueblo vino,
pero él no le recibió.
A los que creyeron
hízolos hijos de Dios.
Y si obedecen
la palabra que él dictó,
ellos vivirán
y gozarán en su mansión.
Ven amigo a Cristo,
él te dará tu salvación;
cambiará tu vida
de esa triste condición.
Ya no vagues más
por esa horrenda obscuridad;
mira que te espera
muerte eterna más allá.