Loor a ti mi Dios, en esta noche,
por todas tus bondades de este día;
guárdame, y sean tus potentes alas;
Rey de los Reyes, la defensa mía.
De cuantas faltas hoy he cometido
perdóname, por tu hijo amado:
contigo, con el prójimo y conmigo,
antes de dormir quede reconciliado.
Enséñame a vivir, que no me espante
la tumba más que el lecho del reposo;
enséñame a morir, para que pueda
del juicio el día despertar glorioso.
¡Oh! Logre reposar en ti mi alma,
cierre mis párpados el dulce sueño,
sueño que pueda más vigor prestarme
para servirte al despertar, mi dueño.
Y si en la noche permanezco insomne,
inspira a mi alma ideas celestiales;
no turben mi quietud malos ensueños,
ni me acosen fuerzas infernales.