Dulce comunión la que gozo ya
en los brazos de mi Salvador;
¡Qué gran bendición en su paz me da
cuando siento en mí su tierno amor!
¡Libre…! ¡Salvo…!
(libre de penas, salvo de dudas)
de cuidados y temor.
¡Libre…! ¡Salvo…!
(libre de penas, salvo de dudas)
en los brazos de mi Salvador.
¡Cuán dulce es vivir, cuán dulce es gozar
en los brazos de mi Salvador!
Allí quiero estar y con él morir
siendo objeto de su tierno amor.
No habré de temer ni desconfiar
en los brazos de mi Salvador.
En él puedo yo bien seguro estar
de los brazos del vil tentador.