Jesús, mi Salvador, ¿será posible
Que se avergüence algún mortal de ti?
abjure aprobio tal el rico, el pobre,
y por siempre sepáralo de mí.
¡Avergonzarme de Jesús! Más pronto
renunciaría el firmamento al sol;
antes se avergonzara la mañana
del fresco, puro, nítido arrebol.
¡Avergonzarme del querido amigo,
mi apoyo, mi esperanza, mi sostén!
No; mi vergüenza es que aunque lo amo tanto,
¡Ay! No lo amo aún bastante bien.
¡Avergonzarme de Jesús! Sí, cuando
no tenga culpa alguna por lavar,
ni bienes por pedir, ni miedo oculto,
ni lágrimas, ni aún alma por salvar.
Hasta entonces mi orgullo es confesarte,
para salvarme sólo espero en ti,
y mi gloria será que Jesucristo
no se avergüence, no, jamás de mí.