Nos veremos en el río,
cuyas aguas cristalinas,
cuyas ondas argentinas
nacen del trono de Dios.
¡Oh, sí! Nos congregaremos
en célica, hermosísima ribera
del río de la vida verdadera
que nace del trono de Dios.
En las márgenes del río
que frecuentan serafines
y embellecen querubines,
da la dicha eterna de Dios.
El vergel que riega el río
de Jesús es la morada;
el mal nunca tiene entrada,
allí sólo reina Dios.
Antes de llegar al río
nuestras cargas dejaremos,
libre todos entraremos
por la gracia del Señor.