¡Despierta! Triste pecador,
¡oye, sí; oye, sí!
Porque te dice el Salvador:
¡ven a mí; ven a mí!
A tu penoso trabajar
preparo dulce bienestar
en donde puedas descansar:
¡oye, sí: ven a mí!
Yo soy la fuente del perdón
¡oye, sí; oye, sí!
En mí hay vida y salvación,
¡ven a mí; ven a mí!
Si del castigo huyendo vas
en mí, refugio hallarás,
y vida eterna gozarás:
¡oye, sí: ven a mí!
Los que me buscan con afán,
¡oye, sí; oye, sí!
Jamás desatendidos van
¡ven a mí; ven a mí!
La compasión del redentor,
te dice pobre pecador,
admíteme por tu pastor,
¡oye, sí: ven a mí!
Si quieres la felicidad,
¡oye, sí; oye, sí!
Si buscas paz, tranquilidad,
¡ven a mí; ven a mí!
Tus lágrimas enjugaré
y tus heridas sanaré,
la vida eterna te daré,
¡oye, sí: ven a mí!